El camino hacia una política de colecciones que parte de la Ley de Cultura en México

Por María José Gutiérrez Padilla

En su acepción más general, una colección es el agrupamiento de objetos bajo discursos y concepciones coherentes y cohesionadas entre sí. Cada objeto posee un valor simbólico que determina su naturaleza coleccionable, la cual puede o no partir de la materialidad misma del objeto. Si bien, las colecciones podrían ser de cualquier índole, para los fines que interesan a este observatorio, la información se centrará en las colecciones que guardan una relación estrecha con el arte y su diferencia con los acervos y fondos documentales con los que, en general, son confundidas.

Epistemológicamente, la diferencia entre la colección y el acervo radica en que un acervo es el conjunto no solo de piezas semánticamente afines, sino que es la reunión de objetos y documentos que fueron útiles para el ejercicio de funciones determinadas dentro de la sociedad, las cuales pueden ser fiscales, contratos, registros de comportamientos sociales mediante imágenes, entre otras. Por otro lado, la colección tiene como función la reunión de objetos contemplativos en su forma más general. Asimismo, los componentes del acervo no necesariamente se relacionan entre sí a diferencia de la colección. Es así que un acervo puede estar compuesto por una o varias colecciones y éstas pueden ser estudiadas de manera independiente o en conjunto bajo un discurso de posicionamiento dentro del mismo.

Actualmente y de manera general, la distinción entre colección y acervo no parte de su concepción epistémica, sino de sus funciones y visibilidad ante instancias museales o de investigación; así como de su posicionamiento y visibilidad pública. Entonces, la colección se liga al ámbito privado por tener una accesibilidad de objetos limitados dentro de su discurso (aunque no siempre es así); mientras que el acervo se encuentra en el espectro público por la cantidad de componentes diversos que puede albergar. Si bien, dicho comportamiento no siempre se lleva a cabo bajo esta descripción, la distinción radica en su posicionamiento frente a las instancias mencionadas.

Con respecto a ello, el International Council of Museums (ICOM) especifica en su Código de Deontología (2006) que “la misión de un museo es adquirir, valorizar y preservar sus colecciones con el fin de contribuir a la salvaguarda del patrimonio natural, cultural y científico”. Si bien se parte de proposiciones ambiguas, dicha mención traza una ruta sobre la importancia de estudiar las colecciones de museos para su salvaguarda y preservación. Aunque dicho organismo se encarga de cohesionar y homologar las prácticas museales de manera internacional, no tiene injerencia legislativa en cada uno de los países que lo conforman; como bien lo indica su nombre es solo un consejo y si bien sus propuestas y sugerencias son tomadas en cuenta de manera general por las instancias nacionales competentes, la asignación de presupuesto para su estudio y preservación no está regulada de manera internacional.

Entonces en México, la institucionalización de las colecciones como una parte nodal del funcionamiento de los museos se denomina acervo, aunque la política de colecciones no se denomine así. Con respecto a lo observado, si bien se trata de diferenciar una categoría de otra, en la práctica dista mucho su diferencia. Se encuentran en el mismo espectro y en ocasiones es muy difícil distinguirlas más que por su naturaleza pública o privada. Lo cual trae a cuento que, si su categoría ni siquiera está delimitada, los aspectos que las circundan, en la mayoría de los casos, tampoco lo están.

Para su estudio se establece que de manera nacional, no existe una política de colecciones que brinde un panorama de cómo tratarlas para su conservación, preservación y visibilidad. Si bien desde la teoría se parte de una política de colecciones que debe contener la categorización y clasificación en su estudio, no siempre es así. Tanto los acervos como las colecciones (es su vista hacia lo público y lo privado) cuentan con diversos problemas de organización, visibilidad, presupuesto y tratamiento para su preservación. Es así que nace el eje de investigación-observación como parte de las tareas del Observatorio de Arte y Cultura.

Dichos problemas serán observados bajo las siguientes cuestiones: ¿qué determina el valor de las colecciones y acervos para que les sea asignado determinado presupuesto sobre otras? Y, ¿cómo es repartido dicho presupuesto para su conservación, visualización y posicionamiento nacional? Para ello, se parte de los organismos que se encargan o deberían encargarse de su tratamiento y de la reciente creación de la Secretaría de Cultura como agente necesario para homologar las políticas culturales en todo el país, cuya injerencia se centre en colecciones y acervos, entre otras cuestiones.

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