Turistas, bailarines y pandilleros: ¿a quiénes incluyen y excluyen las políticas culturales en el municipio de Puebla?

Por Alejandra Petersen 

El municipio de Puebla es conocido por su gran variedad de atractivos turísticos. Su catedral, la gastronomía, sus museos y actividades culturales atrae un gran número de turistas anualmente. Un aspecto menos conocido del municipio es que es uno de los más pobres del país. Con un total de 1 millón quinientos mil habitantes aproximadamente 730 mil viven en situación de pobreza.[1] Esto significa que a casi la mitad de la población se le dificulta acceder a la canasta básica de alimentos, bienes y servicios fundamentales.[2] Además, 110 mil personas viven en pobreza extrema; es decir, imposibilitada siquiera de poder adquirir lo suficiente para una canasta básica de alimentos.[3] Según el Informe de Pobreza en México, la ciudad de Puebla también aparece dentro de los primeros en el país en categorías de rezago educativo y carencia de seguridad social, espacios y servicios esenciales de vivienda, servicios de salud y acceso a la alimentación.

Esta información contrasta con la imagen de una ciudad rica en historia y cultura; de una metrópoli que se proyecta como un referente cultural de lo mexicano tanto nacional como internacionalmente. ¿Por qué es tan grande el contraste entre la percepción del turista y la realidad? En términos de cultura, ¿cómo se está atendiendo a ese gran sector poblacional que no tienen acceso a muchos de los eventos y actividades qué se ofrecen? En todo caso, ¿podrían las políticas culturales cambiar la situación de pobreza en que se encuentra el municipio? En este ensayo intentaré dar respuesta a estas preguntas para finalmente entender cómo operan las políticas culturales y si en efecto, podrían ser partícipes en el mejoramiento del bienestar social del municipio poblano, particularmente en los grupos más vulnerables.

No hay duda que el turismo juega un papel primordial en la economía de México. De hecho, es uno de los principales sectores aportantes al producto interno bruto nacional. La ciudad de Puebla es una de las principales beneficiadas: desde su nombramiento de Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1987 la afluencia turística ha ido en aumento. Para el 2012, Puebla se había posicionado como uno de los principales destinos tanto para turistas nacionales como extranjeros.[4] Gracias a este tipo de difusión, en el 2015 la derrama económica de este sector en la ciudad de Puebla logró ser una de las principales fuentes de ingresos superando los 9 mil millones de pesos.[5]

A partir de los esfuerzos por visibilizar la ciudad y atraer turismo, las acciones de las políticas culturales también se comenzaron a dirigir a este mismo objetivo. De ahí que en el 2017 el Congreso aprobara la fusión de la Secretaría de Cultura estatal con la de Turismo, cuya principal misión es la captación de turistas en la ciudad.[6] En este sentido, sus actividades han estado enfocadas a ello: por ejemplo la construcción del Museo Internacional del Barroco inaugurado en 2016, un proyecto que fue duramente criticados por su elevado costo de 7 mil 280 millones y por los turbios vínculos de las empresas participantes con políticos.[7]

A nivel municipal, el Instituto de Arte y Cultura goza de cierta autonomía: depende directamente de la Secretaría de Desarrollo Económico y se distancia de cierta forma de las imposiciones de los sectores de turismo. Aún así, en su misión está contemplada la importancia del posicionamiento de Puebla a nivel nacional e internacional en material de políticas culturales.[8] Con esto en mente, su principal objetivo es que Puebla se convierta en un referente tanto en sus estrategias culturales como en la proyección de sus resultados.

Aunque las actividades del Instituto Municipal se desprenden de los planes estatales la mayor parte de ellas se focalizan en el centro de la ciudad, como lo demuestra su programa mensual.[9] La razón de ello es similar a otras grandes ciudades del país: estas zonas están virtualmente deshabitadas pero son un punto de comercio importante. Esto significa que el flujo de gente al centro, tanto residentes como turistas, es lo suficientemente alto como para justificar la concentración de las actividades culturales.

Sin embargo, no queda claro quiénes son los que acuden a estos eventos: cuántos de ellos son turistas, cuántos son de un estrato social acomodado o cuántos de los asistentes pertenecen a un sector marginado. El desconocimiento de estos datos quizá se deba al sistema actual de marcaje de éxito, en donde los indicadores son el número de asistentes, participantes o “beneficiados” pero no se discrimina en rubros más específicos. Es por ello que es difícil entender si las políticas culturales están afectando a todos los sectores de la población o si estos esfuerzos se estancan solamente en aquellos que van de paso por el centro, que bien podrían ser en gran parte turistas. Ejemplo de ello es la Galería de Arte del Palacio Municipal, ubicada en una transitada esquina en el zócalo. En junio del 2016 se presentó la exhibición Rembrandt: el hombre, lo sagrado y lo profano, donde se presentaron 58 grabados del artista y que contó con la considerable cantidad de 54,528 asistentes.[10] ¿Quiénes fueron estos asistentes? O de manera más contundente, ¿quiénes no fueron y por qué?

El desconocimiento de estos datos se debe en gran medida a los factores mencionados: 1) la concentración de las actividades en el centro histórico por parte del municipio, 2) la prioridad de captar turistas por parte del estado y 3) la manera general de contabilizar asistentes para marcar el triunfo de una actividad. Todo ello eclipsa la verdadera falta de inclusión y deja en la oscuridad a los grupos más necesitados.

Ahora, no todo es penumbra: el Instituto de Cultura Municipal ha encausado esfuerzos a proyectos incluyentes. En 2014 se creó una subdirección de la Cultura de la No Violencia donde también contemplan el fomento a artistas con discapacidad. Su principal objetivo es:

“mitigar la violencia a través de la recuperación de espacios públicos y del empoderamiento ciudadano, atendiendo, principalmente, a grupos vulnerables; promoviendo una cultura del ocio que posibilite reencauzar las actividades de niños, jóvenes y adultos mayores en su tiempo libre a través una amplia oferta de talleres y eventos artístico-culturales.[11]

Algunas de las actividades que este programa promueve son talleres de cartonería, dibujo, coro en náhuatl y danza folklórica.[12] Aunado a ello, en conjunto con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, se han escrito dos publicaciones sobre el tema con colaboraciones nacionales e internacionales.[13] En estos artículos se elaboran discusiones críticas en torno a la violencia: cómo pensarla y categorizarla para comprenderla dentro de un complejo contexto familiar, social o político. En los argumentos de los participantes se hace palpable una voluntad por poner este tipo de discusiones sobre la mesa, aunque solo sea a un nivel teórico. El asociar la cultura con la posibilidad de disminuir la violencia en grupos más vulnerables es, sin duda, un gran paso para encauzar a las secciones gubernamentales de cultura hacia el mejoramiento de la vida de los ciudadanos. Quizá el siguiente paso sería articular sus conclusiones en actividades más aterrizadas.

Sin embargo, los datos de violencia por región son vagos y escasos. El municipio de Puebla se divide en 17 juntas auxiliares. En otras palabras, 17 secciones delegacionales además de la zona centro. Los grupos más vulnerables de la región se encuentran en algunas de estas regiones como por ejemplo San Miguel Canoa al noreste del municipio con una taza de analfabetismo del 21.7% para habitantes de 15 años o más y un 5.6% de inasistencia a la escuela en niños entre 6 y 14 años.[14] Salvo datos sobre educación, los índices específicos de violencia y discriminación de cada una de estas juntas son difíciles de obtener.[15] Aún así, creo que son datos al que todo gobierno debe tener acceso a través de las distintas dependencias.

Fuera de la subdirección de la Cultura a la No Violencia, el Instituto se enfoca en una serie de acciones que tienen como finalidad “difundir la cultura, el turismo y las artes como promoción transformadora de la ciudadanía para el desarrollo, bienestar y convivencia cívica.”[16] Entre las orientadas a la ciudadanía, las más relevantes son los ejes B T E C: es decir, Ballet, Teatro, Escritura y Circo. Se trata de escuelas en estas áreas cuya misión es propulsar a poblanos talentosos a formarse como artistas de “alto calibre y reconocimiento”[17] para que “enriquezcan la propuesta cultural de Puebla”[18], como mencionan en su página de internet. Para ingresar a estos talleres –por lo menos al de ballet y teatro- se hacen audiciones tanto en las instalaciones del centro como en otros barrios para niños y niñas entre 4 y 12 años; los seleccionados reciben una beca y algunos alumnos incluso llegaron a viajar a Nueva York a tomar cursos.[19]

Aunque es indudable el esfuerzo de integrar en las artes clásicas a poblanos que tengan esta inquietud, aún queda la pregunta de cómo se atienda al vasto sector de la población cuyos intereses distan de los ejes propuestos por el ayuntamiento y que no necesariamente transitan por el centro histórico, donde se concentran las propuestas culturales. En general, el Instituto de Arte y Cultura municipal busca tener presencia en las 17 juntas auxiliares, sin que las actividades en cada una de ellas estén necesariamente diseñadas a las necesidades específicas de cada región.[20] Además de las audiciones para las escuelas, la oferta cultural en las juntas auxiliares incluye ciclos de cine mensuales, con películas como La princesa Mononoke (1997) y series como Minúsculo: la vida privada de los insectos (2006), además de talleres de arte y lectura.[21] Este tipo de ofertas son una opción de entretenimiento, tal vez una buena manera de pasar el tiempo, pero no soluciona las problemáticas de exclusión, discriminación y violencia desde su núcleo.

La razón de esta discrepancia entre las necesidades sociales y las actividades culturales propuestas puede deberse a varios factores. El primero es un distanciamiento entre los distintos sectores municipales, en este caso entre Desarrollo Social y el Instituto de Cultura. Desarrollo Social debe contar con datos específicos de pobreza y marginalización, aunque no están expuestos en su página; pero cultura no los utiliza para el diseño de sus actividades.[22] Esto ocasiona un desconocimiento del perfil poblacional de cada sector y una relativa generalización en las propuestas culturales. Por otro lado, las actividades ofertadas están básicamente orientadas en generar una distracción o una gestión superficial del tiempo libre para desviar la posibilidad de involucrarse en actividades ilícitas, la base para el programa de Cultura de la No Violencia; pero, como mencioné, no se focalizan en una compresión cabal de las problemáticas.

Más allá de ofrecer opciones de entretenimiento, ¿cómo podría la cultura afectar positivamente la vida de los habitantes de Puebla que no tienen acceso a las propuestas municipales actuales? En primer lugar, se debe reconocer el potencial de las políticas culturales para proveer rutas de salida a la situación de marginalización.[23] Además, es esencial identificar las problemáticas específicas de exclusión, discriminación o marginalización de cada región con la finalidad de diseñar políticas culturales que atiendan cada una de estas áreas. En este sentido, más allá de ofrecer distractores, como las funciones de cine en las zonas marginales, las políticas culturales deberían movilizarse hacia el mejoramiento de la vida humana desde las bases.

Por otro lado, es importante mencionar que las políticas culturales no deberían partir de ideologías gubernamentales impuestas sino del diálogo con las manifestaciones culturales ya existentes dentro de cada sector. En este sentido, quizá el ballet y teatro no sería la mejor estrategia para grupos de jóvenes vulnerables; aunque tal vez sí lo sean para niños y niños de educación primaria y adultos que gusten de asistir a las funciones.

Un ejemplo revelador -en cuanto a grupos excluidos de las políticas culturales- es el fenómeno de las pandillas. El municipio de Puebla está dentro de los 80 más peligrosos en el país y se destaca en el número de robos con violencia, ubicándose en el lugar 26.[24] Muchos de estos robos sin duda son realizados por estas agrupaciones juveniles que abundan principalmente en juntas auxiliares como Baltazar Campeche, al sur de la zona centro.[25] La decisión de un joven de integrarse en una pandilla es el resultado de un conjunto de factores sociales y económicos: ante un rechazo familiar y una situación violenta en el seno familiar, los y las jóvenes encuentran en estas agrupaciones la confianza, afecto y amistad que carecen en casa.[26] La situación se convierte entonces en un ciclo vicioso donde la ausencia de oportunidades conlleva a actividades ilegales y la persecución policiaca.[27] Eventualmente esto se convierte en un terreno fértil para el reclutamiento del crimen organizado.[28]

El problema de las pandillas suele atacarse desde la criminalidad o las adicciones, pero ¿qué tal si se considerara dentro de su dimensión también desde un punto de vista cultural? Un estudio de pandillas en el siglo XXI, publicado en el 2012 por el Centro de Investigación y Estudios en Seguridad, insistió en que, desde esta perspectiva, las manifestaciones y expresiones culturales de los jóvenes deberían ser reconocidas para así poder ofrecer un enfoque cultural alternativo más cercano a su realidad.[29] De esta forma, se podría incidir en la transformación estructural del fenómeno a través de la creación de colectivos que podrían ser de arte urbano, música o baile.[30] Así, gracias a estas ventanas de oportunidad se podría romper el círculo vicioso de estas pandillas, canalizando los aspectos negativos hacia actividades productivas dentro de una esfera cultural.

Atender a un grupo vulnerable como el mencionado no es tarea fácil: se requiere de una gran voluntad política. Es evidente que las políticas culturales no podrán ser encaminadas a solventar necesidades comunitarias específicas sin una articulación interdepartamental entre distintas secciones gubernamentales, tomando en cuenta a trabajadores sociales que funcionen como puente entre la esfera política y la social. Esto porque es indudable que cuando las problemáticas de desigualdad y discriminación sean estudiadas y asimiladas, solo entonces se podrá elaborar un plan para modificarlas. Dos de los grandes retos para el municipio de Puebla son: cómo descentralizar la cultural hacia grupos marginados para resolver problemas sociales y cómo llevar estos planeamientos a cabo sin desatender los sectores de turismo y los grupos menos vulnerables, como los que ya se captan con los ejes de ballet, teatro y exposiciones con artistas discapacitados.

[1] Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social, Informe de `pobreza en México 2010: el país, los estados y sus municipios, 2012, p. 77

[2] Ibid, p. 9

[3] Ibid, p. 77

[4] Por ejemplo con recomendaciones para su visita en el New York Times. En Francine Prose, Savoring Pleasures of Puebla, Mexico, The New York Times, 10 septiembre, 2013

[5] Se desconoce qué porcentaje de esta cifra representan el PIB municipal. Sin embargo, se sabe que esta cifra equivale al 1.6% del PIB estatal para el año 2015. En Secretaría de Turismo del Gobierno de Puebla, Indicadores básicos de la actividad turística en Puebla año 2015

[6] http://turismo.puebla.gob.mx/nuestra-secretaria [consultado 28 de junio 2017]

[7] Viridiana lozano Ortiz, “El museo de 7 mil 280 millones en Puebla se inaugura pese a no estar terminado” en Sin Embargo en http://www.sinembargo.mx/10-02-2016/1616656 [consultado 3 de julio, 2017]

[8] Misión del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla http://www.imacp.gob.mx/ [consultado 3 de julio, 2017]

[9] Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla, La Gaceta: agenda cultural, junio 2017, no. 39.

[10] Tema: indicadores de servicios públicos que se prestan: Instituto de Arte y Cultura, 2016, p. 3

[11] http://www.imacp.gob.mx/no-violencia [consultado 4 de julio, 2017]

[12] Tema: indicadores de servicios públicos que se prestan: Instituto de Arte y Cultura, 2016.

[13] Arturo Aguirre y Anel Nochebuena (compiladores), Estudios para la no violencia 1: pensar la fragilidad humana, la condolencia y el espacio común, Puebla: 3Norte y Afinita Editorial, 2015. Arturo Aguirre, Anel Nochebuena y María del Carmen García Aguilar, (compiladores), Estudios para la no violencia 2: pensar las espacialidades, el daño y el testimonio, Puebla: 3Norte y Afinita Editorial, 2016.

[14] Coordinación General de Transparencia, Junta Auxiliar San Miguel Canoa, con base en INEGI, Censo de Población y Vivienda 2010.

[15] En ocasiones estos datos se obtienen sólo a través del portal de Transparencia. Como en el caso de Ernesto Aroche Aguilar, “El centro histórico sigue siendo la zona más insegura de Puebla” en Lado B, junio 20, 2012, en http://ladobe.com.mx/2012/06/el-centro-historico-sigue-siendo-la-zona-mas-insegura/ [consultado 6 de julio, 2017]

[16] Visión Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla en http://www.imacp.gob.mx/conocenos#AcercaDelInstituto [consultado 4 de julio, 2017]

[17] http://imacp.gob.mx/clinicas-escuelas/escuela-de-la-b

[18] El gobierno municipal impulsa el desarrollo profesional de alumnos de ballet y teatro del IMACP, noviembre 2016 en

http://imacp.gob.mx/noticias/item/2608-el-gobierno-municipal-impulsa-el-desarrollo-profesional-de-alumnos-de-ballet-y-teatro-del-imacp [consultado 5 de julio, 2017]

[19] Idem.

[20] Entrevista de autora a Rafael Navarro Guerrero, Subdirector de Desarrollo Artístico y Cultural, 21 de junio 2017.

[21] Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla, La Gaceta: agenda cultural, junio 2017, no. 39, Programas Cinefilia metropolitana: cultura y naturaleza; Tallereando pp. 2, 3, 36.

[22] Entrevista de autora a Rafael Navarro Guerrero, Subdirector de Desarrollo Artístico y Cultural, 21 de junio 2017.

[23] Community Action Programme on Social Exclusion, The role of culture in preventing and reducing poverty and social exclusión, Policy Studies Findings-2, 2005

[24] Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal A. C., La violencia en los municipio de México, 2015 en http://www.seguridadjusticiaypaz.org.mx/ [consultado 29 de junio, 2017 ]

[25] Xavier Rosas, “La ciudad de Puebla, ‘tierra de nadie’” en Lado B, abril 1, 2013 en http://ladobe.com.mx/2013/04/la-ciudad-de-puebla-tierra-de-nadie/ [consultado 6 de julio, 2017 ]

[26] Manuel Balcázar Villareal (coord.), Pandillas en el siglo XXI: el reto de su inclusión en el desarrollo nacional, CDMX: Secretaría de Seguridad Pública Federal y Centro de Investigación y Estudios en Seguridad, 2012, p. 17.

[27] Ibid. p. 19

[28] Idem.

[29] Ibid., pp. 52-53.

[30] Ibid, pp. 53, 188